lunes, 31 de diciembre de 2012

HISTORIA DE LA ROPA INTERIOR

El llamado hombre de hielo, Ötzi, que vivió hace unos 5.300 años y cuyo cuerpo momificado fue encontrado en los Alpes en 1991, vestía un tosco calzón hecho de piel de cabra. Ahora, más de cincuenta siglos después, Cristiano Ronaldo posa en las vallas publicitarias de medio mundo luciendo unos slips de Armani fabricados con algodón y elastano, una fibra sintética de gran elasticidad. Es curioso, pero la historia de la humanidad bien podría escribirse estudiando el uso de la ropa interior.
Los pañales de tutankamón
Resulta imposible saber con exactitud en qué momento comenzaron hombres y mujeres a ponerse calzoncillos o bragas. Pero las primeras pruebas contundentes sobre el uso de ropa interior propiamente dicha las encontramos en el Antiguo Egipto. Así, cuando en 1922 se descubrió la tumba de Tutankamón, entre su ajuar funerario apareció un pañal de lino que podría considerarse un antecedente de los actuales calzoncillos. Según el historiador y antropólogo Tim Labert, los egipcios consideraban al varón superior a la mujer; por eso, la ropa interior era un atributo exclusivamente masculino. Las mujeres no llevaban nada debajo de sus vestidos; salvo las concubinas que gozaban del rango de favoritas y las prostitutas de clase alta, que usaban primitivas prendas de lencería (tal y como atestiguan las antiguas pinturas egipcias).

En 1700 a. C. apareció en Creta el que se considera el primer sujetador conocido de la historia, una especie de correa que elevaba los senos femeninos aunque no los cubría. Y en la Antigua Grecia, los hombres (a diferencia de los egipcios) se deshicieron de los calzones. SegúnTim Labert, era una época en la que se rendía culto a la belleza masculina, y en consecuencia, a la desnudez del cuerpo del hombre. La ropa interior quedó como un atributo exclusivo de los grandes héroes, como Aquiles y sus mirmidones, que, según el relato de Homero, llevaban una especie de suspensorio que les protegía los genitales al entrar en combate. Y también de las diosas... Porque según la mitología griega, Hera, esposa de Zeus, le pidió consejo a Afrodita, la diosa de la belleza y del amor, para seducir a su marido. Esta le entregó un ceñidor (una especie primitiva de faja). Así, cuando Zeus vio a su esposa luciendo aquella prenda bajo su túnica y cómo afinaba su figura de forma sensual, volvió a caer rendido a sus encantos.
Bajo la túnica
Fue en el Imperio Romano cuando se generalizó el uso de ropa interior motivado por una mayor preocupación hacia la higiene personal. Los hombres debajo de su túnica llevaban una segunda prenda también larga llamada subucula y se generalizó el uso del subligaculum, una especie de pañal masculino que cubría toda el área genital y que los gladiadores hicieron muy popular al lucirlo en la arena del circo. Las mujeres sujetaban y realzaban sus pechos con las llamadas mamillare o fascia pectoralis, especie de faja de tejido fino, y el strophium, una cinta de cuero suave que sostenía el busto. Las féminas de la alta sociedad utilizaban un a modo de redecilla fabricada con hilos de oro o plata para sujetar los pechos, y los pezones eran pintados con tonos dorados, plateados o rojizos, según el gusto y combinación.


Había nacido, al menos entre el sexo femenino, la costumbre de usar las prendas íntimas como fetiches sexuales. Pero a partir de la Edad Media, ese espíritu libertino sería cercenado de raíz. Según relata el historiador Tim Labert: “La Iglesia consideraba el cuerpo humano como algo pecaminoso que debía ser ocultado; por eso, las licenciosas prendas de las romanas fueron sustituidas por camisones de cuerpo entero que las mujeres llevaban debajo del vestido. Aunque es cierto que las de alta posición los fabricaban con telas de calidad y con elegantes ornamentos”. Los hombres también usaban largas camisolas para cubrir sus intimidades, aunque con el tiempo se fueron permitiendo el lujo de usar una prenda más cómoda y ceñida, el culotte. Curiosamente, con el pasar de los siglos, ese accesorio ha pasado a ser de uso principalmente femenino.

La epopeya cotidiana de vestirse
La mujer fue la principal protagonista del gran cambio en el mundo de la ropa interior. Tras la Revolución Francesa, según explicó en 1949 la filósofa Simone de Beauvoir en El segundo sexo: “Se creó una situación paradójica, ya que se rendía culto al cuerpo femenino pero a la vez se manifestaba una contradictoria sensación de pudor ante el mismo. Esa paradoja se tradujo en que las Autoridades prohibieron el uso del corsé, pero las mujeres optaron libremente por ponérselo porque se sentían más bellas”. Para las mujeres, vestirse comenzó a ser una auténtica odisea, ya que su indumentaria habitual incluía varias piezas: camisa, pantalón, corsé, cubrecorsé, enaguas... Todo, adornado con muchos volados, encajes, bordados, cintas y lazos. Comodidad no había ninguna, aunque el uso de estas prendas, especialmente el corsé, se consideraba sinónimo de distinción (evidentemente, las campesinas no podían usarlo para sus tareas diarias). Los problemas de salud que provocaba fueron terribles, aunque hay que reconocer que dicha prenda tenía una inesperada utilidad como chaleco protector. No en vano, la reina Isabel II de España salió ilesa de un atentado en 1852 gracias a que su corsé amortiguó la puñalada que recibió por parte de un revolucionario sacerdote llamado Merino.

Hubo que esperar hasta finales del siglo XIX para que la lencería femenina adquiriera un aire definitivamente sexy con la aparición de las primeras medias de seda y los ligueros. Aunque su uso quedaba reservado exclusivamente para la intimidad de los dormitorios y para las llamadas “mujeres de mala vida”.
¿Y los hombres? Pues si las mujeres se convirtieron en siervas de la seda, los varones acabaron como esclavos de la lana. A partir de 1880 surgió en Europa el Movimiento para la Salud con el uso de la Lana bajo los auspicios del doctor Gustav Jaeger, ex profesor de Fisiología en la Universidad de Stuttgart y fundador de la Jaeger Company, fabricante de prendas de lana. El doctor Jaeger proclamaba los beneficios que representaba para la salud el uso de lana áspera y porosa en contacto con la piel, puesto que permitía “respirar” al cuerpo. En Inglaterra, este movimiento tuvo partidarios tan distinguidos como Oscar Wilde y George Bernard Shaw, y durante más de dos décadas dominó el sector de la confección de ropa interior masculina.

Pechos con forma de misil
Fue en el siglo XX cuando la ropa interior, tanto femenina como masculina, comenzó por fin a volverse cómoda. Las bailarinas Isadora Duncan e Irene Castle fueron dos de las pioneras en abandonar los corpiños y usar prendas íntimas más ligeras, casi deportivas. En 1914, Mary Phelps inventó el sujetador moderno, pero la prenda no se popularizó hasta 1940, cuando la actriz Jane Russell lució uno realmente espectacular diseñado por ingenieros aeronauticos en el filme The outlaw. Y tras la II Guerra Mundial, Ida Rosenthal patentó un nuevo modelo de sostén en forma de copa que hacía que los senos femeninos adquirieran una forma puntiaguda similar a la cabeza de un misil. La prenda tuvo mucho éxito entre el personal masculino. Rosenthal fue, además, la primera diseñadora que fabricó sujetadores de diversas tallas.


La ropa interior masculina tampoco quedó al margen de los acontecimientos históricos: los calzones largos hasta casi la rodilla, que habían sido la prenda interior habitual desde inicios del siglo XX, se acortaron a raíz de la crisis económica de 1929, cuando la escasez obligó a fabricar prendas más escuetas y, sobre todo, mucho más baratas, lo que desembocó en la creación del primer slip en 1934


Breve historia del sostén. (brassier, corpiño, sujetador, soutien, bra, reggiseno,...)

La forma de vestir de cada época, ha decidido la forma que debe tener la ropa íntima.
La propia evolución de las estéticas de cada momento, han impuesto de forma decidida qué se había de usar y qué no, tanto en hombres como en mujeres.
Sin embargo está claro que la morfología femenina, ha requerido artilugios y piezas de ropa interior que ayudaran a modelar la figura. La Historia nos enseña, que el sujetador ha acompañado a las mujeres siempre asociado al concepto estético de cada momento. El pudor, la comodidad, la seducción, la protección, el estilo de vida o la distinción, han marcado la función a cumplir del sujetador.
Las primeras en utilizar una pieza que sujeta el pecho fueron las mujeres de Creta unos 1.700 años a. de C,. Con el fin de “sujetarlo”. Entre las Romanas llevar sujetador, (strophium) significaba no sólo sostener los pechos sino ser civilizadas, Las mujeres bárbaras no llevaban nada y los pechos iban libres.
Hay referencias de prendas muy parecidas al actual sostén, descubiertas en la restauración de un castillo del Tirol austriaco del siglo XV, donde se descubrieron unas piezas de ropa interior, que eran usadas o bien por las damas pudientes de la alta sociedad o bien por "mujeres de vida facil". Su sentido mas erótico que otra cosa daba a esta pieza un perfil poco decoroso, por lo que fue mal visto su uso y por lo tanto repudiado socialmente. 
Sobre 1550, Catherine de Médicis, esposa del Rey Enrique II de Francia, introdujo las tallas ajustadas y los pechos oprimidos con sus corsés, unos artefactos diseñados para estrechar la cintura de las mujeres desde 12, hasta 32 centímetros, realzando el busto.
Eran muy incómodos y dolorosos. Catalina de Médicis puso en vigor una prohibición a las cinturas anchas para asistir a la Corte Real de Francia en 1550. Así se iniciaron 350 años de tortura para las mujeres, que vivían con el diafragma oprimido constantemente por las rígidas varillas de los corsés.
Los salvainfantes o los miriñaques aprovecharon la estructura rígida de los corsés y unos tirantes, para sostenerse.
La moda de los miriñaques, provocó que además de las "carcasas" de metal de los corsés, també hubiera carcasas de metal para "abombar" las faldas.
En 1832, la familia Peugeot, constituyó su empresa y de la fabricación de hojas de sierra, pasaron también a producir ballenas para corsés y después miriñaques. En 1897 fundaron la "Société des Automobiles Peugeot".

Tanto si era verano como si era invierno, el corsé provocaba problemas para respirar y, con frecuencia provocaba desmayos, pero las mujeres de la alta sociedad europea lucían una figura entallada y hacían evidente que no estaban embarazadas y si lo estaban, lo disimulaban.
Por este motivo no era extraño padecer sofocos, problemas menstruales y abortos.

¿Quién inventó el sostén?

Existen varias versiones sobre quién inventó el sostén, desde los descubrimientos an el siglo XV hasta la modista Herminie Cadolle, hay un gran vacío de información. Se le atribuye esta creación a tanto a esta creadora francesa que en 1889 diseñó una prenda que separaba en dos el corsé y la pieza que sostenía el pecho. Para que la pieza ganara movilidad, le incorporó piezas de caucho que aportaban a la espalda mucha movilidad. Herminie Cadolle lo denominó "le bien-être".

En 1893, Marie Tucek patentar una pieza apoyo de pecho; eran dos bolsas separadas para cada pecho con tirantes que pasaban a los hombros y se unían con corchetes metálicos
Otros dicen que lo inventó Charles Debevoise el año 1902 o por Philippe de brassiere de donde viene el nombre.Charles Moorehouse creó una pieza que se hinchaba y engrandecía los pechos. Consistía en unas copas de hule rellenas de aire que sostenían cada pecho, y un diseño de tirantes, muy cercano a la ropa interior actual.

 
En 1907, el sujetador aparece mencionado por primera vez en la revista "Vogue".
 
En 1912, el diseñador Otto Titzling dijo que había diseñado un sujetador para la cantante Swanhilda Olafsen, en la que se inspiró para el diseño. Otto no patentó su diseño, por lo que perdió la oportunidad de figurar como el creador del sujetador moderno.

Paul Poiret inició la batalla contra el corsé y encontraba ridículas a las mujeres de busto curva y culo prominente. En 1906 diseñó un traje sencillo, entallado directamente bajo el pecho y que caía recto hasta los pies. La nueva mujer del diseñador era modesta, joven y de movimientos descaradamente libres. Bajo sus vestidos se escondía la figura y no un corsé.
Cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial se pidió a las norteamericanas porque den sus corsés metálicas para uso militar (en total 28.000 toneladas de metal). Con todo este metal se construyeron dos naves de guerra.
  Pero el primer sostén moderno que se patentó fue invento de Mary Phelps Jacob el año 1914, en la ciudad de Nueva York. Mary, era hija de Robert Fulton (inventor de la máquina de vapor), y acababa de comprar un vestido de cocktail para lucir en una fiesta.Se dió cuenta de que el corsé se le veía y con dos pañuelos de seda y una cinta, anticipó el sujetador moderno. El 3 de noviembre de 1914 lo patentó.
¿Cómo se dio a conocer?
Si con alguien se le debe la popularización del sujetador como pieza fundamental para lucir la sensibilidad femenina, es Jane Russell que en la película "El bandido" lució el sostén diseñado por los ingenieros aeronáuticos de Howard Hughes y evidentemente lo popularizó.

El sostén tal y como lo conocemos, fue la consecuencia del requerimientos de lo que estaba de moda en la ropa exterior: menos vergüenza, más seducción, enseñar partes del cuerpo ...
Hasta los años 50, muchas mujeres habían utilizado bandas anchas para suprimir el pecho.

 
El uso del sujetador se generalizó desde el mismo momento en el que se imitó a las estrellas del cine: La mayoría de las mujeres soñaba con lucir unos pechos misiles y emergentes

Ida Rosenthal, inventa las tallas y las copas. Esta emigrante rusa, afincada en EEUU, combinando su propia experiencia en el mundo de la moda y los patrones de papel, reunió a las mujeres americanas en categorías según el tamaño del busto, y creó una línea de sujetadores que realzan la figura femenina sin importar su edad, desde la pubertad hasta lamaduresa. Introducir las diferentes tallas de sujetadores por tallas en la copas ya las que se identificaban por las letras del alfabeto: A, B, C y D.

En Mayo del 69, las feministas quemaban sujetadores para liberarse de la opresión de los hombres y de la prisión de sus sujetadores.

Con la influencia del movimiento beatnik y la moda natural, tuvo cierto retroceso, recuperado los después, para convertirse en la estrella de la lencería femenina.
Y entretanto se sucedieron momentos en los que se escondían o se simulaba tener más de lo que en realidad se tenía apareciendo las copas, y los rellenos.
 

Acercarse a las necesidades de la usuaria, ha hecho evolucionar el sujetador: seducción, moda, función, precio, necesidad, ... y por tanto los establecimientos y las maneras de vender.
el sujetador es una icono de la feminidad.

Las motivaciones de compra tienen que ver con las situaciones de uso
· Se ha comprado un sujetador y busca un vestido
· Se ha comprado un vestido y busca un sujetador
· En el embarazo o en período premenstrual se transforma el pecho y necesita un sujetador confortable
· En periodo de lactancia quiere un sujetador para que le ayude.
· En tratamientos de la piel o alergias quiere un sujetador de algodón
... En definitiva, el sujetador es una pieza "de ocasión de uso".

Al final, cada mujer busca el sujetador que desea, más allá de recomendaciones o necesidades. Sus emociones pueden más que cualquier otra consideración.
 

Polly, la ladrona del sujetador


Éste es el relato de un robo de terciopelo. La víctima, Pierre Poiret, diseñador de moda francés, quien en 1907 dio forma al primer sujetador. La usurpadora, Mary Phelps Jacob, que siete años después patentó la idea del sostén, arrebatándole a su creador un merecido puesto en la Historia.



Año 1913. Cae la tarde sobre Nueva York y Polly, la niña consentida de William Bradford, enriquecido promotor del barco de vapor, se prepara para una de las lujosas fiestas que ocupan su día a día. Pero esta vez, Polly, Mary Phelps Jacob, quiere brillar como nunca: ansía generar tanta envidia como admiración entre los asistentes. Acaba de comprar un espectacular vestido largo, cuajado de transparencias. Pero un mohín de frustración se dibuja en su jovencísima cara: el maldito corsé, con sus opresoras ballenas metálicas, ensombrece la belleza de su fabuloso escote.Aunque si algo caracteriza a esta jovencita de 22 años es la testarudez y Mary no se resigna a que el corsé reduzca el impacto que busca. Así pues, recurre a su doncella francesa, quien le ofrece una solución, sin saber que su humilde consejo marcará un punto de inflexión sin retorno en el universo de la ropa interior femenina. Con dos pañuelos de seda, una cinta y un cordel, Mary sustituye el antiestético corsé y consigue esa noche ser la reina de la fiesta.

¿Tuvo acaso ese día la doncella de Mary Jacob un momento de especial inspiración? Nada de eso. Al parecer y aunque es indemostrable, esta ingeniosa mujer había escuchado, tiempo atrás, que su compatriota Pierre Poiret, de quien la Historia no ha conocido apenas más datos que su nombre, había diseñado una alternativa al corsé, cárcel femenina secular.
Tras el éxito arrollador de un invento que Mary se atribuiría sin pudor, las damas de la alta sociedad neoyorquina comenzaron a hacerle pedidos del nuevo y liberador artilugio. Mary, encantada de ser el centro de atención, cumplía encantada con los encargos de esas amigas – rivales que la adulaban tanto como la envidiaban.

Pero un día, Mary recibió una oferta inesperada de un desconocido, que le ofrecía un dólar por cada sujetador que le entregase. Ese día, Jacob perdió su candidez y reconoció por fin el filón que tenía entre las manos. Consciente de que podía convertirse en una gran empresaria, se apresuró hacia la Oficina de Patentes, donde, el 3 de noviembre de 1914, hizo oficialmente suyo el invento de Poiret, convirtiéndose en una sofisticada ladrona de ideas. Quizá Jacob conocía la obra de Poiret, quizá su doncella fue cómplice silenciosa de la usurpación. En todo caso, lo único cierto es que, bautizándolo como Backless Brassiere (corsé sin espalda), Jacob se hizo única dueña de un artilugio que representaba el fin de la tortura del corsé medieval, creado, curiosamente, por otra mujer poderosa e influyente: Catalina de Medici. Sorprende que las propias mujeres sean autoras de muchos de los castigos estéticos que han azotado al género femenino a lo largo de los siglos. Pero ésa es otra historia.

 Volvemos con la joven Mary, quien siempre presumió de conseguir todo lo que se proponía. Convertida en toda una empresaria de la corsetería más rudimentaria, la pequeña Polly creó la marca textil Caresse Crosby. Sus sujetadores alcanzaron una inesperada aceptación social y los pedidos no cesaban. Su poder de sujeción era nulo, pero favorecía la moda de alisar los pechos hasta convertir a las mujeres en muñequitas andróginas. Con todo, la carencia de estrategias de marketing y publicidad hicieron del Backless Brassiere una moda pasajera, y la empresa quebró.
Mary se vio entonces obligada a vender su negocio y la patente a la Warner Brothers Corset Company por 1.500 dólares de la época, una miseria en comparación con los beneficios millonarios que la industria de la corsetería ha generado desde entonces.

Además, a la avispada Mary tampoco le acompañó la suerte en este trance, pues al poco tiempo de vender su negocio, un fenómeno totalmente ajeno a la industria de la corsetería propició la expansión del sostén más que mil campañas publicitarias: tras entrar Estados Unidos en la I Guerra Mundial, el Gobierno hizo un llamamiento para que las mujeres donaran sus pesados corsés metálicos, con los que se construirían naves de guerra. Nada menos que 28.000 toneladas de metal pasaron de las alcobas de las estadounidenses a las fundiciones de la guerra.

Esquilmados los armarios, era el momento de la renovación y la modernidad, por lo que las patriotas y abnegadas esposas norteamericanas se lanzaron a la compra masiva del sostén. Y justo en aquel momento de clímax, la gloria marchita de Mary Phelps Jacob dio el relevo a otra aguerrida mujer: Ida Rosenthal, emigrante judía de origen ruso, que encontró en la creación del inédito tallaje de los sostenes su sueño americano. Tras un concienzudo trabajo en el que midió el pecho y la espalda de centenares de mujeres de todas las edades, Rosenthal estableció un sistema de tallas tan efectivo y práctico que aún hoy sigue vigente.Con todo, ni Mary Phelps ni Ida Rosenthal habrían pasado a la historia de la corsetería si Poiret, con escasa visión comercial, no hubiese dado el primer paso.
 
 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA
http://www.quo.es/ciencia/historia/historia_de_la_ropa_interior
http://sosten.blogspot.com.es/2010/07/breve-historia-del-sujetador.html
http://sosten.blogspot.com.es/2007/03/sujetador-sostn-brassier-bra-sputien.html 
http://lenceriahistoria.wordpress.com/personajes/mary-phelps-jacobs/

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